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“Caminábamos, mucha gente
desconocida y yo, por una especie de carretera rural. El camino era todo de
tierra y estaba rodeado de árboles por los costados. Éramos como 20 personas
caminando por un espacio en dónde, con suerte, cabía un auto (aunque no parecía
como si el camino fuera usado para ello).
Era un día caluroso, todos
parecían cansados y sedientos, cada uno pensando quizás que cosas, y es ahí
cuando me di cuenta: no iba sola en mi viaje. Me acompañaba un chico que
parecía de mi edad, con pelo corto y negro, el cual me hacía pensar estaba a
cargo de mi seguridad.
No sé muy bien a qué hora
exactamente, pero me atrevería a decir que parecían cerca de las 4 o 5 de la
tarde a juzgar por la postura y tibiedad del sol, aparece de la nada un hombre
con dos acompañantes, hombres también, detrás de él. Parecía arrogante y tenía
un aire autoritario, con un mostacho bien cuidado.
A primera vista, y con sus
manos en su cintura, imponía el respeto del miedo. Se podía intuir que no era
algo bueno toparse con él.
-¡Paren!- nos gritó con su voz
firme y gruesa –Ustedes basuras ¿Qué asunto tienen aquí?
Todos estábamos desconcertados,
la mayoría no sabía hacia dónde nos dirigíamos y los que lo sabían simplemente
guardaron silencio. Hubieron unas 3 personas incluida yo, que queríamos pasar
lo más desapercibidas posible y no pronunciamos palabra alguna.
El que parecía el jefe de los
otros se fijó en una mujer de melena crecida color azabache y le preguntó casi
escupiéndole a la cara -¿es un asunto Federal acaso?-. La mujer, se notaba, no
tenía idea de lo que le preguntaban así que solo atinó a negar con la cabeza en
forma de demostrar su ignorancia.
Con respecto a la respuesta que
obtuvo el “jefe” pareció enojarse, se alejó cinco pasos haciendo ademán de
marcharse pero, en el último segundo, dio media vuelta, sacó su arma, antigua
pero letal, y disparó a otra mujer que nada había hecho – si no es un asunto
Federal ¡váyanse de aquí!.. Si no quieren morir-agregó y después de decir aquellas
palabras se marchó enojado y gritándoles a sus acompañantes.
Nosotros, por supuesto,
continuamos nuestro viaje hasta llegar a una especie de cabaña, y digo
“especie” ya que una vez entrabas en ella te dabas cuenta de que era todo una
sola pieza con unas 20 camas individuales pegadas en los constados, unas frente
de las otras.
El lugar se notaba como un
campo lleno de cabañas, todas iguales, ubicadas al azar por el terreno (y es
que ni siquiera alineadas), con un baño comunitario para todas las personas y
ninguna ducha, y la cocina… solo Dios sabe si había una y si la encontraríamos.
Entré sola en aquella cabaña
seguida solo por mi “amigo” de la misma edad. ¿Qué era ese lugar? ¿Por qué fui
llevada ahí? ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Por qué ese hombre mató como si
nada a una persona? ¿Quién es este chico detrás de mí el cual vigila todos mis
movimientos? Tenía tantas preguntas pero solo una respuesta: debía seguir mi
instinto y… pensar.
Caminé dentro de la única pieza
y comencé a recorrerla. Estratégicamente me posicioné en la entrada y caminé
hacia dentro fingiendo tener un arma en la mano, apunté una cama “esa no” pensé “descartada”. Trataba de pensar como aquel sujeto que disparó a
quema ropa y a qué le dispararía él apenas entrara en la habitación.
-Ahora tú- le dije al hombre
que me acompañaba –si entras en esta habitación, ¿a quién matarías primero?- Me
quedó mirando sorprendido pero pronto adivinó
mis intenciones. Hizo lo mismo
que yo: caminó hacia la entrada y después de dos pasos disparó hacia arriba,
luego hacia los lados con ambos brazos extendidos. Ahí me di cuenta que había una
cama tipo hamaca colgando sobre la entrada. Definitivamente el me sería de
mucha ayuda.
-Decidido entonces, dormiré
aquí- dije y elegí una cama a la izquierda, la segunda desde fuera hacia
adentro. Una vez elegí mi cama, mi “amigo” se fue de la habitación dejándome
desempacar.
Mientras estaba sola en la
cabaña me di cuenta de varías cosas más, algunas obvias y otras guiadas por mis
deducciones. Primero; las camas de la izquierda estaban designadas a las
mujeres mientras que las de la derecha a los hombres, segundo; éramos una de
las tantas comunidades en aquella “población”, tercero; aquél “amigo” estaba
ahí para ayudarme y cuarto; algo me decía, debía sobrevivir.
En donde me encontraba era un
lugar peligroso en el cual si no se trataba de un asunto “Federal” te podrían
matar, mejor dicho te mataban y ya.
No sabía por qué fui mandada
allí pero una de las posibles respuestas era que éramos peligrosos o éramos una
molestia, como sea, vi mis maletas y encontré varias cosas inservibles:
vestidos, falsos, joyas dentro de un enorme joyero, zapatos grandes, botas
pesadas y muchos tacos. Se notaba que era una señorita de sociedad, educada
para bien, con valores y modales, que ahora me servirían. Resolví que debía
irme de ahí, debía escapar y para eso debía deshacerme de cosas.
Tome un morral y dentro eche
ropas livianas y solo dos gruesas, no tenía muchas así que cupieron sin
problemas, lo que si era molesto eran las botas, ni una cabía, así que las
devolví a la maleta para dejarlas atrás. Vi el joyero enorme y supe que era
especial, recordé que mi madrina me lo había regalado y que le tenía mucho
cariño, era una caja grande y bien decorada pero, tenía que dejarla. Tomé mis
joyas y las guardé en una bolsa de tela que hallé dentro del morral, podrían
servirme de algo.
Ahora tenía todo lo que
necesitaba en mi morral, solo quedaba una cosa: mi cabello. Me llegaba un poco
más abajo de la cadera pero ahora quedaría un poco más abajo de mis hombros.
Con esto hecho rompía la costumbre de llevar el pelo largo que seguían las
personas de dinero
Ya no era más una dama de
elite, si no que una simple muchacha. Ya no tenía vestidos caros, solo uno
viejo que no llamaba la atención, sencillo y sin detalles relevantes, eso y
pantalones que planeaba pedirle a mi acompañante, mi cabello ahora corto y
zapatos cómodos, solo restaba planear la huída.
En eso entra mi “amigo”
–Señorita pero, ¿Qué hizo?- grita horrorizado apenas me ve, la sorpresa en sus
ojos era palpable.
-a partir de ahora no soy más
“señorita”, soy solo tu amiga-”.